La tendencia son las válvulas de acero inoxidable para elementos que requieren higienización.

Compartimos con vosotros un artículo sobre la tendencia a la alza de la utilización de válvulas de acero inoxidable por sus multiples ventajas.

En los últimos años, las válvulas de acero inoxidable tienen una historia muy fructífera. “La demanda actual es muy positiva. A nivel internacional se está haciendo una apuesta muy fuerte en términos de inversión en la industria farmacéutica», afirma Marco Becker, jefe de marketing de distribución de Gemü.

En la industria farmacéutica, alimentaria y de biotecnología el foco de atención está puesto en la esterilidad, el manejo aséptico y la seguridad. Las superficies de las válvulas de acero inoxidable pueden procesarse perfectamente, siendo posible producir una superficie definida de manera muy precisa. Esto permite “una válvula o tubo de acero inoxidable fabricado en acero inoxidable que puede limpiarse y esterilizarse de manera muy sencilla.

Resistencia a la corrosión

El acero inoxidable es resistente a la corrosión gracias a la formación de un recubrimiento pasivo de la superficie. Dicho recubrimiento de óxido de metal o de hidrato de óxido tiene un alto contenido en cromo y evita que el acero entre en contacto directo con medios agresivos. En caso de daños en el recubrimiento, suele regenerarse por sí mismo en la mayoría de ocasiones, es decir, el material se autoregenera. Para mayor garantía, el acero inoxidable tiene un contenido de cromo de al menos el 12% y un contenido de carbono que no sobrepasa el 0,12%. La incorporación del molibdeno, por ejemplo, aumenta también la resistencia.

Los aceros inoxidables no solo son resistentes a la corrosión e higiénicos, sino que son resistentes al desgaste, requieren muy poco mantenimiento, son muy longevos, duraderos, soldables y resistentes en términos de temperatura.

Para las industrias farmacéuticas y de bebidas, se utiliza el acero inoxidable V2A con números de material 1,4301 y 1,4305. El acero inoxidable 1,4301, denominado también AISI 304, es un acero cromado en níquel apto para un estrés térmico permitido de hasta 600 °C. Una de sus propiedades es también su capacidad de pulido.

Control de la presión de vapor

Para un proceso de fabricación más complejo se requieren una serie de válvulas de control de presión. En la industria alimentaria, las bebidas son gaseadas con bastante asiduidad. Se proporciona dióxido de carbono como fluido, debido a la alta presión. Se vuelve gaseoso de nuevo al despresurizarse. Las válvulas de reducción de presión son necesarias para lograr el cambio de estado.

Las válvulas de reducción de presión permiten la vaporización controlada del dióxido de carbono fluido que proviene de las baterías de cilindro, y, por consiguiente, producen gas. El gas obtenido en el proceso se utiliza para airear el agua mineral. Una válvula debería tener un alto coeficiente de flujo para la reducción de presión de CO2, ya que el regulador podría congelarse debido a la expansión térmica. La válvula básicamente se congelaría.

En la fabricación de fármacos y de alimentación, las válvulas son las responsables de gran cantidad de funciones como la de mezclado, separación, descarga, avance o limpieza, y prácticamente todas implican procedimientos estériles. El volumen residual debe ser bajo, y no debe haber ninguna soldadura interna. El acero inoxidable es el material preferido.

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